Al Duborg

¡La brizna en el ojo ajeno…!

¡Qué el mismo Dios nos perdone…!

cuando la gente critica.

La brizna en el ojo ajeno,

es en el nuestro la viga.

 

¿Supiste lo de Margot?

¡dime…! ¿qué pasó con mi hija?

pues, ha salido preñada

y se la daba de rica…

 

¡Qué el mismo Dios me perdone,

qué deshonrada familia…!

nosotras en una iglesia

y ustedes en la ignominia.

Disculpa: Rosa Consuelo,

pero me suena a vendimia,

cuando estés en el lagar

cuidado con lo que pisas,

no es lo mismo un mosto de uva,

que elíxir de buena sidra.

 

¿Olvidas que la cigüeña,

ayer vino de visita,

encontró tu puerta abierta

pasó al cuarto de tus hijas?

 

En el pico de un fulano,

se engendraron nuevas crías.

Tú te acostaste con él,

pero no quedaste en cinta. 

 

¡Y cómo no recordarlo,

¡fue tu hermano “Margarita”…!

puro mandato de Dios

y de su gracia divina.

Otra cigüeña dejó

una “rosa” en tu barriga.

¡Por cierto…! ¿aún no sabemos,

quién es el padre de tu hija?

¡qué el mismo Dios me perdone…!

¿si lo que digo es mentira? 

Lo mío, fue un accidente,

producto de unas “copitas”

tu esposo se aprovechó,

confundiose con mis risas.

Los pecados se perdonan

te lo agradezco “Rosita”,

no te ofusques por saber

la paternidad de mi hija.

 

Semejante patatús,

que se diera entre vecinas.

Las nietas de doña Rosa, 

sobrinas de “Margarita”.

Son hermanas de Margot,

quien se la daba de rica,

las hijas de ña’ Consuelo  

y de sus nietas, es prima,

de Margarita cuñada

“y presumen ser amigas”.

 

Cuando Rosita resuella,

la Margarita se agita.

El geranio de la Rosa

fue mozo de Margarita,

estambre que fecundara,

pistilo de ambas arpías.