Desde el inicio hasta el final, nos atrajo el misterio y la curiosidad que nos caracterizaba en plenitud.
Fuimos un par de extraños, desconocidos y ahora, conoces mis mayores debilidades, al igual que yo sé de tus sueños ocultos.
Ahora te asusta el saber que con tu llegada has cambiado mi vida, volviendo realidad mi más dulce fantasía.
Con apariencia de ángel cuando no me miras, pero al apuntar tus ojos hacia los míos, la vulnerabilidad produce mi caída.
En la debilidad encontré satisfacción, confiado podría recostarme sobre una nube para escuchar tus historias de felicidad sin medida.
He conocido en ti el cariño verdadero, ese que no requiere del éxtasis placentero para decir desde el alma: te quiero.