Dejé mi corazón en una esquina
esquina de esperanza que soñaba;
soñaba que su amor a mi llegaba,
llegaba con su luz tan cristalina.
Cristalina mirada que divina
divina por las nubes navegaba:
navegaba sintiendo que flotaba
flotaba con candor de sonatina.
Sonatina que estuvo en mis ensueños
ensueños que duraron pocas horas;
horas dulces de encantos halagüeños,
halagüeños igual que aves canoras;
canoras que trinaban con empeños
empeños de cantarle a las auroras.
Autor: Aníbal Rodríguez.