Y cuánto privilegio haber nacido
en brazos de una madre que amorosa
cubriera con sus pétalos de Rosa
el fruto cosechado en tierno nido.
Y cuánta regalía haber vivido
pudiendo disfrutar de bellas flores
con pétalos de múltiples colores
que en lánguido camino han florecido.
Y cuánto privilegio, alegre sigo
divisando los mares con sus olas
dibujando los surcos caracolas
y abrazando mis brazos a un amigo.
Y cuánta regalía ver el trigo
que crece cultivado en amplios valles
cuidándolo con lujo de detalles
cuidándolo como hago yo contigo.
Pero cuánta prebenda oír el canto
de un ave retozando en ancho cielo
que canta con un triste desconsuelo
desbordando dolor con mucho llanto.
Y cuánto privilegio ver la gota
que suelta como lágrima la nube
que baja por laderas y se sube
zigzagueando cual humo y gaviota.
Y cuánta regalía ver la sombra
del árbol que también nos da su fruto
del verde de los campos que disfruto
y toda su belleza que me asombra.
Y cuánto privilegio ver los ríos
corriendo cantarines por montañas
y la viuda tejiendo telarañas
llegando atardeceres muy sombríos.
Y cuánta regalía ver maizales
cultivados por manos campesinas
en los valles, los cerros y colinas
donde siembran los árboles frutales.
Y cuánto beneficio y regocijos
mirar el cielo azul y las estrellas
mirar el caminar con tantas huellas
y el fruto esperanzado de mis hijos.
Pero cuánto provecho y cuánta suerte
mirar la luz del día con mis ojos
cantar, reír, gozar, a mis antojos
mucho antes que aparezca osada muerte.