Raúl Carreras

Niña sureña

Miradas, risas y ron,
y de repente un ardid,
posó mi labio en tu labio
en respuesta a tu mohín.

Con unos besos robados,
así comenzó la lid,
robados y deseados,
es importante el matiz.

Apenas tú y yo quedamos,
la fiesta llega a su fin,
y con tu gracia andaluza
me pides salir de allí.

-Vente pa’mi casa, nene,
que ya sobramos aquí,
que has encendido mi hoguera
y me quiero divertir.

La mañana amaneció
con restos de tu carmín
pintando todo mi cuerpo
de escarlata y carmesí.

El primer rayo de sol
iluminaba Madrid,
llenando cada rincón
de luz ese mes de abril.

Primavera fue esa noche,
tu hogar, un bello jardín,
un oasis, un vergel,
tú, una dama, yo, gentil.

A través de la ventana
vi volar un colibrí,
comprendiendo en ese instante,
lo bello que era vivir.

-Ya me voy, niña sureña,
la luna me trajo a ti,
ahora el sol nos separa
y es momento de partir.

Quizás no te vuelva a ver,
a lo mejor fue un desliz,
pero no te quepa duda
que esta noche fui feliz.