Dentro del alma yo anduve
una pena lacerante;
mas con orgullo pujante
mi dignidad la mantuve.
De rogarte me contuve
porque fue tan indignante
saberte con otro amante
mientras que lejos estuve.
Hoy me siento liberado
de tu amor tan traicionero,
que fue mi peor castigo.
Dejé tu nombre enterrado
en el viejo basurero
mientras mi vida prosigo.
Autor: Aníbal Rodríguez.