Cabalgando por mis cuitas, sólo recuerdo el anhelo,
de aquellos ojos morenos, contraste de tu sonrisa.
Tu pelo liso trigueño, que lo batía la brisa,
sigue siendo de mi vida, amargo y dulce señuelo.
Sabiendo que eres mi amiga, me sostengo del consuelo,
cuando se apaguen mis leños, debo encenderlos deprisa,
para abrazarte entre sueños, cual amante pitonisa,
mientras me besan tus labios, mi alma ha de tocar el cielo.
El sueño duró un instante, soñaba con las estrellas,
destellabas con fulgores, quise omitir tus querellas,
te esfumaste ante la brisa, se marchitaron mis flores.
Sigo buscando el camino, donde marcaste tus huellas
y arrepentido me guío, detrás de tiernos candores
y donde ayer ardió un volcán, hoy sólo quedan vapores.