Si sonreír te escucho, desatas mi alegría
y me inundan gozosos tus lúdicos momentos,
los considero propios, despertando mis sueños
con tu alegre júbilo de singular carisma.
En ti, busco refugio cuando el alma abatida
requiere del aplomo y en tu regazo excelso,
sienten la paz mis ojos, mitigando los fuegos
y los malos augurios que temores atisban.
Aquí tienes mis manos para tomar las tuyas,
enlazadas son fuertes, soportan las tormentas
que vienen por los flancos que maldades dibujan.
El amor nos sostiene aunque no existe tregua,
debemos sin desmayo mantener su ternura
tenerlo floreciente, es premisa suprema.