No te trazo mi historia, para que me dibujes, un nuevo crepúsculo.
Te escribo, antes de tomar el primer sorbo del día.
Como un hombre abatido, por conflictos de problemas mayúsculos.
Porque, anochece de mañana. Y las noches nunca despiertan.
Mis ojos están tan tristes, sin tu esbelto horizonte.
Que estiraría mis manos, al otro lado del mundo.
Solo para palpar y recordar, la suavidad de tu cuerpo.
Y recorrer lo que quedó pendiente.
La noche de sangre negra, no tiene clemencia de mí.
Me empujó y zarandeo con su frío aliento.
Como cuando el engrudo toca los bordes del labio.
Trátame con cariño, dame una posada digna en tu boca.
Si para amarnos implica, morar en la misma calamidad
Y en la más fea marisma. Sembraré en el suelo,
Un montón de flores para opacar tanto delirio.
Y en los caminos de los collados, bellos lirios.