Cuando me vaya será recordando el olor de la pradera.
Me iré desalza y en silencio apagando ese maizal ocre que le arrancará lágrimas a mi sepulturero.
Cuando ya sea polvo me iré a esparcir en las raíces de los sauces que todavía lloran nuestras sombras.
Cabalgaré en la noche de los silencios que aún habitan al otro lado de la cerca.
Me llevaré pegada en la piel los olores que en otra vida recordaré aunque te me vuelvas un extraño.
Cuando parta, trataré de retener esos sueños que se nos han negado ser soñados.
Quizás en otra vida logre despertar en la candidez de
tus besos prendidos en mis ayeres.
Cuando me vaya me iré como viví, deshojando margaritas del portal de nuestra casa.