Brota una condición de tu lisonja,
desanda la traición en tu sonrisa,
mis ojos tristes son, la blanda esponja,
que los transforma en hiel, tu falsa risa.
Fuiste sólo listel en tu fachada
y un clavo sin bisel, en mi cornisa.
Regreso sin apego a mi morada,
quito el tapiz del ego de un infierno,
ignifugando el fuego, en tu mirada,
devano por mí pecho, amor interno.
Logré sacar del lecho tu cinismo,
cambiando tu desprecio por lo tierno,
arrancando de mi alma, tu egoísmo.
Pedí al cielo, la calma del estío,
borrando con la palma tu espejismo.
Desborda la corriente el manso río,
anega su vertiente en la hondonada,
escurre como afluente su albedrío
y emerge aquella fuente de la nada.