En mi anestesiada modorra, soñaba contigo
me enredé en la sabana de mi tristeza.
al despertar grande fue mi sorpresa
la temprana aurora fue mi fiel testigo.
Plácido dormías a mi lado tranquilo
cual indefenso y amoroso niño
me abrazabas con tanto cariño
me acurruqué en ti con sigilo.
Pensando en tantas frías madrugadas
que viví solitaria y vacía deseando
sentirme amada y mi sueño seguir acunando,
como en mágico cuento de hadas.
Hoy me aferro a este bendito amor
cultivando y puliendo a diario mi sentir,
por nada del mundo puedo consentir
dar paso al extravío intruso, cruel y opresor.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.