Como un perro ciego furioso
atacando las duras espinas ciertas
pezuñas que igualan al cielo despavorido
envilece los azules cristales empañados
vapores gráciles asesinando un hueco de cisne
donde rompen junto al pie el ascensor de las horas
inventariando el polvo de esta cárcel sin carne ni delito
amenazando la paleta de colores del pintor vivo
rítmica abreviatura de placeres ya disueltos
agregándose sobre un cuerpo ceniciento lunas y vómitos
alcanzar así el bello resplandor de un conjunto sin estrellas
tempestad de un cuerpo que te exige
una rodilla es bella en su camino
cuando el cielo ha cerrado las puertas
amanece sin secreto el estado de los goznes
un recuerdo nombra tu paulatina disidencia
merece ser mermelada el color de furia de los asedios
matinales
ojos que observan un corazón dolido
levemente lenguas que trabajan sin amor
al borde del agua con su pozo de estrategias
oscuridades de una terminal infinita donde
palacios o libros actúan de secuaces maldicientes
laberintos de formas anuladas por niños indolentes
alguien dio la voz de la alarma? Un susurro de venas
castigada a la alquimia del desgaste
su cuerpo era un corazón brillante con zonas acosadas
como un perro ciego furioso donde entran las humedades
y los huesos, los vestigios de una lluvia tan fina
dedal de las oportunidades perdidas que filtra
el cielo en su giro de gemas podridas.
Oh huesos lo que persiste todavía en el camino
largos senderos que tus ojos una vez vieron
comer los grandes buitres con su lento descabello.
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