Perdona, manos arriba,
robaré tu corazón.
Confieso ser un ladrón,
que en tu belleza se estriba
y cualquier muro derriba,
y hace del amor un puente.
El amor es la corriente,
¡qué lleva en su cresta la ola…!
y apunta con su pistola,
justo al blanco de la frente.
¿Me acusas de delincuente,
por más de un beso robado?
mis labios se han condenado,
a tu sabor excipiente.
La sociedad y su gente,
no entienden que la pasión
desconoce la razón,
por la que roba el amor.
La conciencia con primor,
se arrodilla al corazón.