Grácil la sombra que me invitó a sus sueños
Sutil, voluble, en el vacío de mi alma desolada
Como brisa de abril, refrescando las promesas
De flores aterciopeladas que provocan beso
Me ofreció el abrazo enlazándose a mi suspiro
En la intimidad que brota con la luna llena
En la certeza del azul que se reflejó en sus ojos
Agotando el tiempo en su corola de piel y ternura
Nos anudamos entre tibias sábanas que olvidaron nombres
Para revestir de inocencia las figuras desnudas
Ni una voz resonó en lo íntimo,
en el umbral de tu vientre unido al mío
Esbelta, delicada, fue la sombra que me invitó a sus sueños
Que me envolvió en aromas de pasión y entrega
Para abandonarme luego en un jardín de olvido
Transformando la savia, en roca y polvo del camino