...son las cuatro de la madrugada,
la tormenta truena resplandores
siento una potencia conmovedora,
no llueve, solo una ligera brisa.
Mi soledad presiente
serpenteante impresión
que me atenaza
que eleva mi ser,
una fuerza sobrehumana.
¡Suena el trueno! De nuevo.
¡Un relámpago! De nuevo.
Se ilumina el firmamento y retumba,
estoy atrapado, inmóvil.
Bajo mis desnudos pies
el abismo de un precipicio
sin paredes, sin viento, sin gravedad,
una luz al fondo, muy lejos,
una espiral en movimiento y,
me rodea, me acaricia,
sorprende el tacto húmedo.
Arranca una tenue brisa
estoy suspendido, en la nada,
algo sobrenatural, me eriza.
Más truenos estallan imponentes
multitud de rayos, y uno,
corta mi suspensión, y,
caigo muy lentamente, en suave balanceo.
Una fuerza inesperada tira de mis pies
la luz del fondo, más cerca,
se acelera mi caída, vertiginosa,
pruebo a parar y paro, pero,
desciendo imparable hasta,
casi tocar la luz del fondo.
Mi garganta esta reseca,
bebo un poco de agua y… duermo.