He pecado y caminado por la vida a tientas.
Nada nunca me detuvo, pero a ciegas anduve.
Acuso mil errores, es imposible que mienta.
Con peligros me tope, pero nunca me detuve.
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He sido feliz a ratos y, en las horas, yo descanso.
Nada ha podido parar mi andar y suelo avanzar.
No soy del mar la ola y nunca del río, el remanso.
Me planto altanera si se me quiere flagelar.
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Nací con el Don de ver, oír y también de adivinar.
Mis maestros deseaban acallar mis gracias y resistí.
Imagino la condena de los que me quisieron forzar
a actuar la farsa, porque con ellos a duelo me batí.
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Cierto es que, el juego de la vida es frágil y duro.
No caben las mentiras en este terrenal transcurrir.
La verdad la ocultan, yo no lo quiero hacer, lo juro.
Por esa simple razón, no mientas, para evitar huir.
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Muchos me ven valiente, pero solo me veo osada.
Suelo repasar lo que se siente cuando tienes miedo.
Muchos son los desafíos, para tener el alma blindada.
Por eso, a cada error cometido, me señalo con el dedo.
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A mí misma y a los míos les digo: mírate en el espejo.
No te pierdas de ti mismo, que es la ruta más certera.
Todo lo que se presenta a tus ojos está lleno de reflejo
y si atinar deseas, ten presente que la realidad se altera.
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¡La verdad y la mentira son mundos complementarios
y si te inclinas en uno u otro lado, vivirás en un calvario!