El día termina como un sueño de madera,
la cortina de la alcoba se tiñe de marfil y plata,
como mariposas en el alma empieza la noche,
las semillas rompen el traje del bullicio.
El sereno plateado sobre las piedras las sacude,
muere entonces la antorcha entre los vientos,
el huracán de las quimeras aquieta las sombras,
quiere soltarse del nudo atroz de los ruidos.
Las olas del aroma en el vasto horizonte se ponen apacibles,
quieto se pone el firmamento cual arcada de delirio,
libre esta de ilusiones como los apacibles mares,
La beldad del brillo del silencio empieza a palpitar,
como un celestial consuelo resonando sus gemidos,
fresca brisa, prenda de constancia pura.