Tengo una bomba en el pecho,
justo donde creo que te tengo más cerca.
Ahí, en ese lugar intemporal, irrisorio,
casi ficticio, pero tan real como mi angustia.
En el hipocentro de lo esencial,
donde mora tu recuerdo, donde
el lenguaje es frontera.
Donde me refugio para no morir,
porque es lo único que tengo.
No soy yo el que escribe esto,
es el que resta.
El que no cede, el que no cesa.