Cuando la venda de la brisa
cubra los oídos de apariciones
el deseo morfinómano será
un velo de centellas
indicando la última estación del verano
eres promesa de fauces
que cruzan la vorágine oceánica
sin la estéril bondad de los labios
sobre una arquitectura exquisita
de latidos fúnebres
como lujuriosos horizontes
que el ojo derriba
las respiraciones encontradas
moran en un pétalo airado
cuya cerradura hostil persevera
sepultando primaveras
de infiel antigüedad