¡Yo bailaría contigo sobre las aguas!
Pediría a Jesús esa divina bendición:
Que me enseñe a caminar hacia ti,
a bailar contigo tus canciones bajo
la luna, en una barca perdida en
lontananza donde aún, te espero…
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¡Iría contigo a los confines del mundo!
Solos tu yo, para amarte como nadie
te ha amado, ni te amará nunca jamás.
Así, bajo un cielo lleno de estrellas, con
el mar como alfombra, haría de ti
un marino con aromas de mar
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¡Mi marinero de Tierra!
En tus brazos depositaría mis
destierros y ya nadie limitaría
mis inconfesables anhelos.
Y mi amor en entrega total
sería el timón que te guiaría
en el plenilunio, buscando la luz
de una estrella en el firmamento
infinito, para unirte a mi Ser hasta
la eternidad.
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Pero has de saber, Marinero:
Que mi amor no tiene retorno.
Que mi amor está prisionero en
tu pecho y sólo tú tienes la llave
para dejarlo libre de ese cautiverio.
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¡Mi amor es tuyo por destinación divina!
¡Contigo toda la vida bailaría,
Y también, sin medida, te amaría!