La poesía se sufre, la poesía sufre.
La poesía se enamora, se arrastra hasta lo profundo de ese amor, hasta donde hiere.
La poesía erosiona, destruye, pero también calma, es comida, te sacia.
La poesía se hierve, que cocina,
Y abraza, que duerme.
A la poesía no se le dan palmaditas en la espalda y se le dice \"ánimo\", \"sonríe\", \"ten paciencia\"; la poesía no es paciente, ni mucho menos presa del cuerpo que la escupe.
La poesía no está atada al reo,
ella va y viene, nos trasciende, hasta el verso más íntimo de nuestra mente, al igual que la música, se convierte en mucho más que el artista, se escapa de las épocas viene aquí y palpita, vive por nosotros.
...Y no es consciente, se sale por los poros y hasta por los dientes.
Así que no vengas aquí, a decirme que todo estará bien, no me des abrazos de lástima o palabras bonitas,
No me niegues la posibilidad de sufrir este dolor como si estuviera tomando el último vaso de agua de mi vida.
No me digas \"pasará\", porque yo sé muy bien que todo pasa; tan solo déjame escribir y hacerme uno con esta enorme grieta que rodea mi casa, que si no siento esto ahora, luego será más dificil poder decirle adiós.