El patio de los callados
tiene tu voz apagada,
tiene oculta tu mirada
y tus caminos cerrados.
Se me ha llevado tu sombra
y tu risa matutina,
algún café en una esquina
y el poema que te nombra.
Me ha quitado tu sonrisa,
tu crítico pensamiento,
la sal de cada momento
y tu aroma envuelto en brisa.
Me ha devastado la historia,
me ha socavado el recuerdo,
triste ruta en que me pierdo
acosando a la memoria.
El patio de los callados
tiene una lágrima mía,
y otras más que, día a día,
fueron llantos desbordados.
Mis noches sufren tu ausencia,
me sofoca este vacío,
me hundo cansada en el frío
invocando tu presencia.
Tanto cielo compartido,
tantos vuelos concretados,
tus ojos, enamorados,
mis mieles han derretido.
¿Cuántos veranos serán
los que consuman mi vida?
¿Cuántos inviernos, perdida,
tu pasión reclamarán?
El patio de los callados
con su silencio infinito
me ha dejado, ¡ruin!, ¡maldito!,
recuerdos desordenados.
Se funde mi alma en un ruego,
se me nubla la mirada,
y mi mente, enajenada,
se resiste al desapego.
Ya no quiero regresar
al sitio donde no existes,
la transparencia que hoy vistes
no la puedo soportar.
Y a Orfeo he de reclamar
la paz en esta tristeza,
con su lira, y su nobleza,
que alivie mi malestar.
Caminaré lentamente,
te encontraré en algún cielo.
serás siempre mi consuelo
y mi amor, eternamente.