Ay vida!
la única verdad está en mis labios
lo saben tus pechos humedecidos de saliva caliente
lo sabe tu cintura
tu entrepierna
tus pies tan delicados
y tu espalda.
Lo sabe el extravío de tus ojos
cuando viajas a Venus
haciendo de tus series la maratón de orgasmos.
Lo saben estos años permaneciendo juntos
que atándonos de hambre, de sed y de extrañarnos
necesitamos siempre rezar por otra vida
y al fin, que nos alcance el tiempo para amarnos.