La palabra es poderosa
con una fuerza impensable
si ella misma es razonable
y en esencia generosa.
La palabra perjuiciosa
nunca será deseable
con tendencia miserable,
punitiva y alevosa.
El poder de la palabra
te alimenta o te destruye
si es benévola o macabra.
Al bien o mal contribuye;
y si es al mal, mejor no abra,
la boca donde odio fluye.