Guardián De Ángeles

ESTRELLA MÍA

No frenes tus pasos cuerpo estelar
de mis noches, mas ronda por el orbe
de tu cuna, esconde tus lustres rastros
a mi fortuna, que por detenerme
a llorar te hallo más esplendorosa
y a la vez lúgubre, y vengo con fardos
de dolencias, antes venía lúcido
con todas mis complacencias a ti;
señalado está el facineroso hado,
que nunca jamás tu luminiscencia
besará ni mis sienes ni las de ella,
es tu travesía paso garante
de sosiego, y yo que me quedé ciego
vago sin destino en los arrabales,
henchido mi ser de congojas tales
y alumbras sagaz mi alma tan vacía;
cada oriflama en mis tenues paredes
descubren el absceso de las redes
que tienen preso a mi reposo lerdo,
hallarás en mi fiel quebranto daños,
que al paso de los baladíes años,
mi pasión lisonjera se trocó
en llanto, mas aunque así yo amo tanto,
se me rompe el inerme corazón;
alto astro de mi cielo ennegrecido
tú atestiguaste el amor inicial
en el que como infante en el alcoba
forjé con mi amada bastas quimeras,
y el amor huidizo se me volvió,
y es quizás porque Dios así lo quiso,
a otro edén su delirio se fugó,
fue sagrado su grácil embeleso,
-la esperanza y fe erguidas en un beso-,
sin conocer jamás de las mentiras
en los días de un tiempo eterno, juntos,
en que tú rutilancia, astro sidéreo,
con la fruición febril de un rayo tierno
concediste a nuestro amor consagrado
en la primavera que como flor
ya mustia en el otoño sucumbió,
mas ella si a ti viene, ya no es mía,
no me tiene y tampoco yo la tengo,
porque en otro tiempo bastaba un beso
para estremecer mi ser y hoy por eso,
sólo por eso no la quiero ver,
ya su beso tiene ahora otro dueño
y sus miradas no están en mi sueño,
mas sólo te pido astro bello y santo
que en sus ojos nunca se anide el llanto,
¡oh cuerpo sideral de los idilios
si acaso sigues tus mismos caminos,
tu primor y lobreguez podré ver
con aliño en mi corazón de niño!