Escribiste en las fibras de mi alma
un arpegio de dulce sonido,
que indeleble quedo dibujado,
con letras de armiño.
Los hermosos instantes de antaño
que en vergeles de ensueños vivimos,
los recuerdo con esa dulzura,
del canto del mirlo.
Me pregunto que pudo pasarnos
que perdió su tersura el idilio,
que forjamos con dulces promesas,
color purpurino.
Mis caricias, tus besos, mis cantos,
y los sueños que juntos tejimos,
los cubrieron las nubes del tiempo,
perdiendo su brillo.
Se esfumaron las cándidas luces
de tus ojos serenos y tímidos,
que brillaban lo mismo que estrellas,
con mágicos nimbos.
Y las rosas que un día nacieron
en la bóveda azul del delirio,
sus corolas se fueron manchando,
con gotas de hastío.
Y sintiendo deslizan mis horas
en las olas de un mar infinito,
encallada mi barca en sus aguas,
mis versos escribo.
¡Y en bitácora gris del recuerdo
epitafio de duelo dedico,
al inmenso cariño que un día,
marchó sin aviso.
Autor: Aníbal Rodríguez.