Freddy Kalvo

Historia dolorosa

 

Una Rosa fue creciendo

bañada con la ternura

del agua tan limpia y pura

y hermosa fue floreciendo.

 

Aquel color rojo intenso

alegraba las miradas,

miradas apasionadas

propias de un amor inmenso.

 

Se gozaron los jardines

con su color tan radiante

con su luz tan penetrante

como la de los Jazmines.

 

Pero ella se fue opacando

sin cuidados intensivos

y con desprecios nocivos

que la fueron mutilando.

 

La golpearon los vientos

marchitando sus colores

dejándole sus dolores

con pétalos polvorientos.

 

Cortando fueron sus hojas

y su corola dañando

tristemente soportando,

soportando sus congojas.

 

Se quedó como en desierto

desolada y sin cuidados

al tenor de los malvados

que provocan desconcierto.

 

La Rosa cayó marchita

llorando con desconsuelo

tristemente ya en el suelo

como pobre muchachita.

 

Sus pétalos terminaron

resecos como la muerte

y... ¿por qué tan mala suerte,

por qué ya no la cuidaron?

 

Las hojas fueron secando

como el pasto en la pradera

duele ver la primavera

que pronto se va volando.

 

Ya no apareció el invierno

y pronto llegó el verano

en aquel extenso llano

con viento otoñal galerno.

 

Su tallo se fue tullendo

poco a poco y sin aviso

y en el tiempo más preciso

poco a poco fue cayendo.

 

¿Quién te salva Rosa mía

de la terrible penuria,

quién te causó dura injuria

sin regarte día a día?

 

Y la Rosa puesta en tierra

con la maleza mezclada

triste en llanto y angustiada

se murió sola en la sierra.

 

Así termina la historia

de una vida envejecida

que de amor empobrecida

ni gozó dicha mortuoria.

 

¿Cuántas hay en el planeta

muriendo sin paradero

perdidas en un terrero,

se pregunta hoy el poeta?