Sombras y sol,
caricias encubiertas
de ¡buenos días!
Tardes de otoño
con cielos muy plomizos
tras las ventanas.
Noches de brumas
que cubren las aceras
y los paseos.
Ratos sin nombre,
suspiros retenidos
en las entrañas.
Horas perdidas
mirando el horizonte,
sin verte a ti.
Minutos breves
siguiendo las resacas
hasta las playas.
Y aquel segundo
de amor, junto a tu cuerpo,
que eternicé.
Porque vivimos
de un modo tan intenso,
sigues conmigo.
Vas a mi lado,
palpitas en mi pecho,
y así te amo.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/10/20