Yo guardada por los siglos y siglos
y tu bien protegido en mi
mi ombligo se ahueca de furia
las erupciones hasta los sinfines no mudan
principian…
Sembré dolor en mis costillas, no entiendo
el inhóspito corazón que me habita.
La soledad incuba el horror de no verte
vacié el amor que llenaba las horas del día,
vi pasar la estéril repetición de las horas,
quise dormir y el tiempo envenenó
el pensamiento que te guarecía.
Mi soledad sobre el espectro del amor
confundió tus gestos,
demasiado dolor en que te pierdo
demasiada intemperie
te congeló hasta morir
en el horror de mi propio mundo que se acaba
no me importa más vivir.