Dormitan maniatados los pájaros azules
líneas paralelas que conviven en su presidio de arena
contrariamente a las convivencias universales
la locura es un hueso que atosiga al que combate
con salinas o sal de espuma los mares del derviche.
Mis pájaros azules salieron pronto de la enajenación
viven lejos de los paraísos únicos y estrambóticos
dirimen sus deudas en los cielos del ocaso imperial.
Oh no quiero confundir, cielos de desidia o de monotonía
conspicua, alteraciones de los ídolos que amenazan ruina
por los lados más ambiguos de sus ojos vaciados con cuchilla.
Mis pájaros azules, sí, los más diversos, los que acumulan
sangre en los labios, los que anulan la capacidad con engranajes
utilitarios, pues les dijeron en terapia
que el cielo castiga al que cae de pie sobre el suelo.
Duermo yo también; la gran sala estelar es un planetario evidente,
formas onduladas de rodillas sangrantes, y ese vómito unánime
del que predica sobre suelos de avaricia y llanto.
Deseo a mis pájaros azules caricias y lágrimas
muchas lágrimas estentóreas marcas de paisajes desolados
como un trigo ejemplar que quisiera enarcar las cejas despobladas
de sombras.
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