Para ser poeta
desestimar la realidad primero
y abrazar la fantasía
como lo haría un niño
ante la mezquindad, entregarlo todo
hasta agotar las dádivas
y encontrarse un día
finalmente
con las manos vacías
sentirse miserable
llorar su mala suerte
maldecir aquello, desde el inicio
caer en el pozo
en el fondo de un vaso
de uno más
y de otro
y recién ahí
usar el filo de una hoja
para sangrar otra vez
aquellos versos
que ya se han cansado de uno.