En una historia de vida
donde florece el amor
se contempla el esplendor
de suma dicha vivida.
Dar un amor sin medida
es un don de soñadores
que enarbolan los colores
de fe, bondad, y cordura,
que conservan la frescura
de los perfectos amores.
Son pocos los sentimientos
que tienen la gran virtud
de vencer vicisitud
que pueda traer lamentos.
Ellos son de luz portentos
que iluminan los caminos
cuando se unen dos destinos
dispuestos a ser feliz
destruyendo de raíz
los procederes mezquinos.
Una familia construir
de titanes es tarea
pues requiere de la tea
que sabe todo fundir.
En ella se debe unir
afecto, luz y pujanza,
y la gallarda templanza
de ese noble caballero
que se enfrenta al mundo entero
siempre lleno de esperanza.
¡Cuantos quisimos llegar
a la cima prometida
y mantener encendida
de amor su rayo sin par.!
Aquel que supo ganar
tan hermosa y gran batalla
en su frente bien le talla
el laurel que premiaría
la grandiosa bizarría
que de un hogar es muralla.
¡Y pienso en mi gran amigo
que cumplió misión tan dura
teniendo como armadura
de una gran dama su abrigo.
De tal acción soy testigo
y admiro estos combatientes
que serenos y sonrientes
sus metas las alcanzaron
porque sus sueños forjaron
con espléndidas simientes.
Ellos fueron bendecidos
llegando a sus Bodas de Oro
cosechando cual tesoro
sus tres vástagos queridos.
Éstos fueron concebidos
bajo tiernas ilusiones
de dos regios corazones
nacidos para luchar
y también para empuñar
del amor blancos pendones.
Y sus nuevos azahares
hoy son el ejemplo vivo
del corazón constructivo
que dio vida a sus soñares.
Son los frondosos pilares
que conservan esa esencia
de radiante transparencia
de éstos seres tan magníficos
que impávidos y prolíficos
les dieron excelsa herencia.
Para Evandro y Guillermina
nacen mis versos contentos
por estos gratos momentos
vestidos de aura divina.
Mi musa su voz afina
para decirles vibrante:
¡Que lleguen al de Diamante
con la misma valentía
y la sublime armonía
de vuestro amor tan constante!
Autor: Aníbal Rodríguez.