Como los héroes de viejas hazañas,
galopa mi pasión a tus abrazos
con ganas de vencer. Igual que Helena
tú me has rendido al cabo, y en buena lid,
los rostros del lejano amor infiel
atrás se quedan, sin alma ni brío.
Estampas de tabernas y cafés,
de tantas guerras ya casi olvidadas,
confusos puertos, islas del ayer.
Estás aquí ahora.
Me llegan los pasos,
aquel estilo de agua sigilosa,
tus labios como un río de insinuación,
las ganas de verte a solas
- en cien gentiles luchas enredados.
Y porque es tuya mi luz, porque brillan
las cosas, y la tarde, y el pensamiento,
anuncio un mundo nuevo sin nostalgias,
temblor de sombras ni mordidas ansias,
frente a frente los cuerpos.