27 de Febrero
Han pasado 11 años de un despertar repentino, en que algunos sintieron por primera vez el miedo que genera un terremoto y otros tuvieron la calma que entrega la experiencia.
Agradezco a Dios, que permitió que me encontrara con mi esposa e hijos ( pequeños aún y de quienes, hacia 1 semana, estaba separado por 250 kms. 10 horas antes) y en la ciudad en que residen nuestros padres. Agradezco que ninguno de nuestros familiares resultara dañado.
También agradecer que tuvimos lo necesario para alimentarnos y contar con los servicios básicos.
No puedo olvidar que muchas familias sufren; hasta hoy, la pérdida de seres queridos o las secuelas en un familiar, producto directamente del sismo o, por el accionar deficiente de algunos, en el maremoto posterior.
Pude ver las luces y sombras del ser humano y nuestra sociedad, pero me quedó con esa SOLIDARIDAD LUMINOSA E INSPIRADORA que brotó entre los vecinos y las comunidades más pequeñas, como siempre había ocurrido en nuestro país.
Añoro esa solidaridad de ayer, porque se que nos permitiría enfrentar en mejor forma la pandemia de hoy. Esas ganas de construir; en vez de destruir, la voluntad de ver en el otro a un hermano que necesita mi ayuda; y no a un enemigo.
Que el recordar lo vivido y observado aquel 27F, nos haga reflexionar y luego volver a vivir la familia, en la comunidad y en nuestra sociedad, de manera más fraterna y elevar una plegaria por aquellos que se llevó la tragedia de aquel día.
P.D. No sólo de Poesía vive el hombre