Al final del túnel
nada se aclara, más, persiste
con definitiva rotundidad
la soledad que me asiste.
Es una nebulosa, desastrosa,
quien me retiene la voluntad
que medra en mis sentimientos
me desata inseguridad.
Mi visión se nubla,
apuesto por que mi cuerpo resista
los anhelos que nada me socorre y,
lloro porque nada termina.
Paso volando por entre árboles
inmensos, llenos de seres ajenos,
incomprensibles barrancos precipitan
corrientes de agua, navegando hacia atrás.
El sol se ha olvidado de renacer,
el nuevo día, parece no llegar,
el horizonte ¡no existe!, si,
es que alguna vez existió.
Todo en silencio, ¡no oigo!,
mi vista no detecta, ¡soy ciego!,
mi tacto no responde, ¡no existo!,
me invade una sensación…¡extraña!.