Gonzalo Ramos Aranda

Mi jarrito

Yo tengo un jarrito,
un jarrito al que quiero,
el alfarero bendito
lo diseñó con esmero.

Lo merqué en una feria
en mero Tenancingo,
el barro su materia,
la fiesta el día domingo.

Pequeñita vasija
modelada a mano,
por el alma prolija
del humilde artesano.

En el horno, calor,
de tan fiel corazón,
a cien grados de amor
fue especial su cocción.

Recipiente pintado
de color bermellón,
sin adornos creado
y sin decoración.

Con tenue brillantez,
es su naturaleza,
en simple sencillez
radica la belleza.

Excepto en el asiento,
tal cuerpo muestra curvas,
con panza surge al viento,
la exhibe, me perturba.

El cuello sin cadena
es digno de una diosa,
luciendo en mi alacena
bella orejita, hermosa.

La ensarto con los dedos
lo agarro, lo sostengo,
como en ritos y credos,
lo siento de abolengo.

Me acerco a su figura,
a boca poco angosta,
comienza mi locura,
la quiero a toda costa.

La acerco hasta mis labios,
en el borde doy besos,
consciente, sin resabios,
algunos son traviesos.

Busco, con avidez,
todo lo que contiene,
la grata candidez
de ese fervor que tiene.

Un soplido muy fresco,
se mueve la muñeca,
el hecho es pintoresco
la lengua dice: ¡eureka!

A tierra santa huele,
a esa de mil amores,
por fortuna, bien suele
aromar los sabores.

Espero no se quiebre,
que nunca se fisure,
lo digo en plena fiebre,
ojalá que perdure.

Ya integra colección,
adorna linda mesa,
de cocina y fogón
es auténtica pieza.

En él líquidos sorbo,
los bebo sin estorbo,
¡ay, jarrito atolero,
yo por eso te quiero!

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Tenancingo de Degollado, Edo. de México, México, a 26 de febrero del 2006
Registro SEP Indautor No. 03-2007-082112003600-14