Hoy cumplo 52 años, como de costumbre, vendrán los
infaltables de siempre, mi esposo, suegros, padres,
hermana y cuñadito. A mi pesar, me levanté más temprano,
para dejar preparada la cena, como dios manda. Tendí la
mesa con el mantel blanco, puse flores y candelabros.
Todos los preparativos me llevaron mayor tiempo que el
esperado, por ende,seguramente , llegarè tarde a la oficina.
Salgo de prisa , subo saltando los escalones de la escalera,
dejo mi cartera sobre el escritorio y al abrir la ventana
entró una enredadera trepadora de Jade , en su
incesante crecimiento en unos minutos, cubrió paredes,
archivos, sillones y al flemático gerente que atónito
intentó, con una mano espantar al colibrí que le picoteaba
la nariz y con la otra cerrar la ventana.
Inútil la hiedra lo castigaba dándole latigazos sobre su
escuálido cuerpo. En ese absurdo torbellino, se le anudaron
las piernas haciéndole perder el equilibrio. Dando
tumbos “se aferró a la vida”, es decir, cayó sobre mis
exuberantes pechos.Fue entonces cuando al pasar mis brazos por su cuello,
tratando de apartar la enredadera, supe que estaba muy
cerca de concretar mi secreta fantasía.
En tanto el colibrí volaba hacia adelante, hacia atrás y de
arriba hacia abajo.