Se mete entre las cosas,
lo inunda todo
y llega a convencernos que el amor no existe.
Se ríe a carcajadas,
y goza con la ausencia
y espanta la presencia también de nuestros deudos. Depreda todo el fuego,
se come los momentos
y se instala en la almohada
de sueños como infiernos.
Se hamaca como niña
en todos los dinteles
y arrastra las cadenas por todos los rincones,
se traga la esperanza,
devora los impulsos
y al fin cuando nos gana
entró en los corazones.
Por esto...
por esto nos conviene
dejar de abandonarnos
pelear vértebra a vértebra,
parar de arrodillarnos
y darle un golpe, acaso,
de magnitud amistosa
¡romper su voz jocosa
quebrándole su abrazo!