¡Todo es como si no estuviera allí!
Habla, saluda, hace señas.
¡Sonríe triste! Mientras algunos ojos,
parece, que lo miran.
¡Todos pasan con sus pies de barro
y sus crispadas manos!
Los cuervos como negras mariposas
aletean alegres en los ojos sin ningún recuerdo.
Me pregunto si es víctima del sistema,
del sueño atrevido de un subordinado
que aún no ha abierto los ojos
y siente que debe satisfacer alguna necesidad
en las afueras de las cláusulas de esta vida;
Como muchos caminantes, va ensartado a su camino
barbarizado,
con el rostro de padre unánime
y los trazos de hijo huérfano, perpendicular
a su miedo…
Aferrado a su alma
desciende feroz con sus flaquezas, con sus pausas,
con su linaje lúgubre de otoño
y sus muchos árboles caídos.
Y yo me digo, sinceramente: ¡esta vida… así!
Con todas sus ojeras donde se ocultan
las golondrinas de la noche
que llegan para ahogar los sueños
¡Esta suerte…así! Va sacando las mascaras
y desnudando los muertos
bajo el sol que cae con pesadumbre
en las pocas ganas de querer vivir.
¡Este aire…así! Que nos llama
con sus voces de llanto,
que nos lleva la ventura cuando tropezamos
con la piedra feliz de los silencios.