Taciturno a la vez que macilento,
seduce al pensamiento deprimente,
apático progresa indiferente,
llevando al corazón al desaliento.
Plomizo se dibuja el sentimiento,
la angustia se amotina tras la mente,
y el día vocifera en la silente
sensación del doliente abatimiento.
El ánimo despunta pesimista,
al coraje le vence la pereza
por saber que comienza otra semana.
La esperanza se aleja de la vista
y el espíritu se hunde en la vileza,
esperando alcanzar pronto el mañana.