Pensaba en el amor, amor que nace
con esa suavidad de terciopelo;
amor que proporciona aquel desvelo
que bajo la ilusión, silente yace.
Quería aquel amor que nos complace
deseo lujurioso y tierno anhelo;
soñando con sus alas ir al cielo
que guarda del placer su gran enlace.
De pronto vi una dama que pasaba
con luces de una extraña incandescencia,
y dulce, su mirada me invitaba
al goce de perfecta complacencia:
¡Y en medio de una nube que flotaba
viví de la pasión su magna esencia!
Autor: Aníbal Rodríguez.