Quién no ha sufrido desventura,
que dañe todas sus entrañas
enredado en sus telarañas
llorando en una noche oscura.
Quién no ha sentido la locura
de un dolor que causa pesares
que quiebra con sus malestares
cristales con imagen pura.
Y quién no ha sufrido despecho
que sangra cual vino las venas
sintiendo pesadas cadenas
que tuercen camino derecho.
Y quién no ha llorado una pena
colgado de muchos recuerdos
volviendo los pasos más lerdos
sufriendo una triste condena
Y quién no ha vivido tristezas
perdiendo a ese ser muy querido
sentado y mirando perdido
el sueño esfumado en malezas.
Cuántos inviernos han llorado
soñando ser verano un día
mientras un hermano moría
solo, triste y desconsolado.
Y quién no ha sentido temores
por causa de tanta injusticia
que abunda como la inmundicia
naciendo los nuevos albores.
Y cuándo seremos felices
sin dolores y sin rencores
si vivimos cual perdedores
por tantos y tantos deslices.
Y quién sus penas no ha cantado
soltándolas libres al viento
sin llanto y arrepentimiento
y el corazón enamorado.
Quién no ha deseado los besos
de una mujer con su ternura
atrapándote su dulzura
quedando en sentimientos presos.
Y quién no ha sufrido traiciones
con una amante o buena amiga
y que amarga como la ortiga
envenenó y mató ilusiones.
Y quién no ha sufrido derrota
porque la soberbia y sordera
muy unidas con la ceguera
creyó la pérdida remota.
Perder no genera alegría
tampoco agrada al sentimiento
pero… de qué sirve el lamento,
si el poder genera miopía.
Conmoción da la derrota
en el equipo perdedor
y al aviso del rededor
nos termina dando la nota.
Y quien no ha sufrido una herida
en su lánguido trajinar
dime tú, lo que has de pensar:
¿Tiene cicatrices la vida?