Augusto Fleid

Cama

En esta cama se contaba cada medianoche una historia de pasión sin censura.

En cada pliegue redactaba sin vacilación como la tentación crecía al desvestir su figura a oscuras de la cobertura de la luna, bese cada rincón de su curvatura hasta llegar a devorar su espaldar. 

 

 Los vidrios se empañaron en suspiros.

Las paredes eran los únicos testigos.

Las sombras se devoraban entre ellas mismas a la luz de las estrellas.

 

Debido a la humedad de los cuerpos se mojaban las páginas entre sudor y el calor que desprendía vuestro amor. Cada caricia era suave, a mi alrededor podía sentir el ardor de su corazón escuchaba el dulce cantó de un cisne al oído. 

 

Mientras yo me perdía en el color de sus ojos brillando al son de las farolas.

Sus dedos desgarraban mi pecho como papel yo me encargaba en cada beso de recorrer su piel.

 

Tras estas paredes éramos aves rapaces capaces de desnudar el espacio infinito.

Hacer del mito una realidad tras esta soledad que nos comía cada noche nadie dormía tras las sábanas éramos leones llenó de pasiones tras la Sabana que podíamos hacer si tras la cortina podías observar dos sombras devorandose una a la otra.

 

Por la mañana desapareciamos sin dejar huella pero a nadie podia engañar, si aún sigo pensando en ella por las tardes.

Quiero revivir cada latido, cada beso alucinógeno que me hiciera sentir que me quitan el oxígeno, en cada caricia desnudar su alma.

 

Mi dama que cada noche te apareces en mi cuarto semidesnuda a los ojos transparente de un astro que nos mira...

Disimuladamente tras la cortina.

 

Si entre estas sábanas quedaron impregnado tu perfume a lavanda.

Que va navegando hasta llegar a mi cien en mis sueños te apareces siento que te devoró en esta ausencia divina.

 

Cada noche revivo tu recuerdo cuándo no estás. El corazón aparenta no extrañarte más se delata sólo al escribirte en cada poema. La casa aún pregunta cuando volverás para abrir tus puertas perderme en tu abismo y zambullirme en tu río.

 

Cada noche te esperó verte llegar...