Ayer te vi con detalle
con tu cabello amarillo;
te admiré, como un chiquillo,
que alegre corre en la calle.
Son tan bellos tus colores
que alimentan la retina
como la luz matutina
porque rayos son tus flores.
Y pensando en tu belleza
que se inserta en la mirada
cual figura iluminada
quita en mí toda tristeza.
Tan hermoso y tan florido
bañado en gotas de fuego
y en tu belleza navego
como el viento y su soplido.
Eres tú muy elegante
como el sol de la mañana
asomando en mi ventana
majestuoso y descollante.
Creces por los cafetales
en los montes y los llanos
lanzas llamas en veranos
sin quemar los pastizales.
Y a la sombra de tu sombra
como brasas encendidas
en las calles y avenidas
de miel se pinta tu alfombra.
Tu corteza apetecida
como flor en su florero
ebanista y carpintero
trabajando dan la vida.
En invierno tus ramales
son cual jade y su pureza
y engalanas tu corteza
con tus hilos en torzales.
Qué regalo más hermoso
nos dio la naturaleza
enalteces con grandeza
por tu cuerpo tan frondoso.
Y al mirarte voy pensando
por tus flores tan radiantes
como si en pocos instantes
tus flores te están quemando.
Con este verso tan franco
cierro mi crinografía
con total algarabía
al hermoso Cortez Blanco.