Lentamente pasa el hastío de hojas secas
sin haber aspirado un perfume de flores
tirito aún, empapada por el copioso aguacero
que en verano mi raíz no pudo absorber
por eso no brotaron de ella retoños
Siento ya el calador aire que aviva tristezas
tan distinto del contagioso primaveral
del impetuoso veraniego
ninguno cantó sobre la guarida
donde hibernaba la crisálida
en espera del ansiado beso
que encendiera su pasión
labios mustios, oídos sordos
Su sarcástica risa se dirige al iluso
confiado y paciente en las tinieblas
que pasó el tiempo tratando de hacer fuego
y no logró crear ni una chispa de luz
Lívida, desierta y seca estará la hojarasca
donde extenderé mis ignota existencia
preguntándome ante la bóveda azul
siempre las mismas preguntas
¿por qué? ¿para qué?
En silencio, la estación sucesiva
responderá mientras cubre de blanco
mi anatomía cada vez un poco
poco a poco más agotada
quizá la oportunidad se presente
cuando se derrita la nieve