Lourdes Aguilar

OTOÑO

Lentamente pasa el hastío de hojas secas

sin haber aspirado un perfume de flores

tirito aún, empapada por el copioso aguacero

que en verano mi raíz no pudo absorber

por eso no brotaron de ella retoños

 

Siento ya el calador aire que aviva tristezas

tan distinto del contagioso primaveral

del impetuoso veraniego

ninguno cantó sobre la guarida

donde hibernaba la crisálida

en espera del ansiado beso

que encendiera su pasión

labios mustios, oídos sordos

 

Su sarcástica risa se dirige al iluso

confiado y paciente en las tinieblas

que pasó el tiempo tratando de hacer fuego

y no logró crear ni una chispa de luz

 

Lívida, desierta y seca estará la hojarasca

donde extenderé mis ignota existencia

preguntándome ante la bóveda azul

siempre las mismas preguntas

¿por qué? ¿para qué?

 

En silencio, la estación sucesiva

responderá  mientras cubre de blanco

mi anatomía cada vez un poco

poco a poco más agotada

quizá la oportunidad se presente

cuando se derrita la nieve