Kinmaya

Nunca debimos amarnos

Venas henchidas en el gozo,

mansedumbre y piel desnuda,

besos de luz blanca fugaces,

cuerpos frenéticos yacen olvidados.

 

Amé cada mirada en ti,

cada huella de tu andar.

Amé tu ausencia en soledad,

y tus caricias bajo la lluvia.

 

Nos amamos muriendo en nosotros,

en los días rotos y amargos.

Nos amamos en el llanto agotador,

en el vacío mundano y en muchedumbre,

Nos amamos hasta la ceguera,

en la frágil cordura obnubilada.

Nos amamos hasta la última lágrima,

náufragos cautivos de almas dichosas.

 

Fuimos intensos…

Fuimos inalcanzables…

Fuimos errantes…

Fuimos imposibles…

 

Ya no existen rastros ni cenizas,

ni reflejos, ni sombras, ni cuerpos,

solo el viento y un susurro furtivo,

llevándose el último adiós que quedaba.

 

Inerte y turbada mi alma se hundió en el vacío,

mis manos se agotaron en la añoranza,

inhóspitos inviernos sepultaron el olvido,

¡Oh trémulo corazón! …nunca debimos amarnos