¿Cómo comenzó esta fábula,
el inicio a esta historieta?
En un viaje placentero
a través de tu silueta.
Tumbada sobre la arena
de esa escondida caleta,
el contorno de tu cuerpo
me hizo perder la chaveta.
Observando tras las dunas
como asomaba una teta,
ese perfil escabroso
que oculta la camiseta.
Te la quitas con vergüenza,
de esa forma tan discreta,
y de mis ojos emerge
una mirada indiscreta.
-Tranquila, que estamos solos,
no te me muestres inquieta.
Lejos de atisbos curiosos
en esta cala secreta.
Nuestro secreto está a salvo,
no lo verá la gaceta,
que ha surgido de nosotros,
no de mañas de alcahüeta.
¿Quién lo pudo imaginar?
Ni un erudito profeta,
lo que hallaría en el mar
al salir de la meseta.
Esto se va calentando,
al mostrarte tan coqueta,
tus ojos son dos puñales
que se clavan cual saeta.
Te me acercas demasiado,
me haces volver majareta,
al rozarme con tu piel,
en el baile, en la gambeta.
Y me abrasa la pasión
de tu lengua pizpireta,
y cabalgan nuestros cuerpos
en enredada pirueta.
Sabes jugar con las manos
y al llegar a la bragueta,
derrotado a tu merced
solo seré marioneta.
Si nos molesta tu pelo,
lo recoges en coleta
que en este lapso lascivo
no hay tiempo para etiqueta.
Eres una experta amante,
conoces bien la receta
que me lleva hasta el orgasmo
como quien llega a la meta.
Fatigada y jadeante,
después tu cuerpo se aquieta,
y te observo, hermosa, guapa,
definida cual atleta.
Descubierto el paraíso
me retiro a hacer calceta,
o a una perdida montaña
como buen anacoreta.
Siempre serás esa luz
que brilla tras el cometa,
una ninfa extraterrestre
que me llevó a otro planeta.
Y salimos tan ufanos
de esta feliz opereta,
con el corazón indemne
sin una mísera grieta.
El fulgor quedó en la playa,
pasión fugaz, tan escueta...
El viento se la llevó
como gira a una veleta.
Tan solo un dulce recuerdo
el que guarda este poeta,
recuerdo de una flor linda
como aroma de violeta.