…homenaje de un agnostico a un pueblo cristiano…
ALELUYA
Viene el sosiego y la paz del alma con la fiesta nueva. Y la felicidad del espíritu se regocija, esperando Navidad en la Noche Buena.
A un lecho de paja, que en Galilea está escondido, ha llegado un principito, sin oro y sin espada, pero de corazón encendido.
Es la cuna un pesebre de alfalfa, y por eso no es tan dura…El forraje la hace más mullida.
Las bestias de aquel establo, porque desde las alturas así está dispuesto, entran al libro nuevo por la página mejor. Un asno y un buey, se privan del sustento ese día, para que el pequeño judío, rey del Universo, en esa inhóspita cueva, tenga su tibio solaz. …Los animales inocentes ya son también la gloria y llevan en sus ojos, del Espíritu Santo, la claridad eternal.
El niño mira al asno y el burro, al pequeño, lo está mirando también. Tiene el buey en sus ojos la gracia. Y un ángel regocijado observa con embeleso y dulzura los designios de la inescrutable eternidad
El pequeño yace en una cueva que es buscada por tiranos. Pero en el cielo, está dispuesto, que el niño sea, de todos los espíritus, divina majestad.
¡Ha nacido un niño con el alma rica en una gruta pobre de Belén!. La virgen lo vela…La virgen lo está velando, junto al carpintero, José.
En un momento… Más rojo se puso el Cielo, deslumbrando el naciente en un fondo azul hermoso.
¡Majestad al grande de la tierra y de los cielos!…Ya llega, su hijo, el galileo, con esperanzas y consuelos. Los piadosos se inclinan ante el redentor y agradecen del altísimo su regalo de amor.
Aleluya…Suenan trompetas en el alma…, Se siente la felicidad y la existencia se hace luz en el misterio de la Navidad.
San José con María son la espiritualidad más etérea y delicada, son la más bella obra y por siempre alabada.
La humanidad toda, en la presencia humilde de los pastores, estará allá para la divina contemplación.
Los hombres son menos tristes, esta noche y nada desean en vano. Aceptan con alegría lo que el señor les da, y sin tristeza, entregan lo que al señor se debe.
Las almas festejan al Espíritu Santo y elevan su ruego a las alturas…Son agradecidas y aprenden de la naturaleza de las cosas.
No se oye el llanto de un solo niño y hasta las almas más ariscas están imbuidas de una apacible calma.
Se conmovieron las galaxias más antiguas que la imaginación, y los quásares brillantes aumentaron de su fulgor, el esplendor.
De poder, la grandeza divina de hizo infinita, sin humana comprensión, y de razón solo en la sabiduría del creador. Detuvo el amor celestial al universo por un instante en su andar, y la noche buena es el divino suceso, que hizo del perdón un altar.
Un cantar de otro mundo, presagia en la Tierra, el doblar de las campanas, anunciando la llegada de Jesús.
Las olas se ponen más brillantes de mar a mar; el canto cesa por un instante en el bosque todo. Y en la selva ubérrima, el silencio profundo rinde tributo a la llegada del misterio de la salvación.
En el desierto, en el lago y la laguna…En el pico más inhóspito y en la tundra y la llanura…un soplo de cielo, canta su canción de luz, de amor y de perdón.
Se va la noche buena y ya viene Navidad, que llega presurosa, para el místico momento del saludo al niño del perdón. En una cueva escondida, al amparo del odio, ha nacido de toda la historia del mundo, el más grande, el más justo y más bueno, enviado por Dios. ¡ALELUYA!.
Misterio…Gloria…Eternidad…Santísima Trinidad…
A la luz de las luciérnagas curiosas, los grillos entonan su cantar, y por designio divino, es en esta noche, todo más dulce y todo es luz y amor.
Se sintieron fragancias de golosinas de Esmirna, y en el aire, aromas de las viñas de Engadí.
Se paró el tiempo en el silencio de la azul inmensidad y anunciado por Gabriel, es María entre todas, bendita mujer.
Los escribas ofrendan su canción, sus palabras, su estrofa, y la alegría, que aquella singular y bella hebrea les inspira.
Si por humildad, amor, templanza y dulzura así jamás ha habido, mujer en este mundo; por única y hermosa, es reina de los cielos.
Que brillen sus esplendores, donde las estrellas, para ser blancas, enjuagan sus colores.
El Oriente es su cuna, hay en su alma aromas de alhelí…Y es la madre de Jesús.
Llegaron principales soberanos, siguiendo una estrella conmovida, porque hasta los astros viajeros, sintieron la gracia ese día.
Van hacia Belén los elegidos por el Cielo. Con sus regalos van los tres peregrinos, que son reyes, y que también son magos.
Melchor viene primero con el símbolo blanco de pureza en la barba y en su pelo, como bandera, y trae mirra en su alforja, para el nacido en Galilea.
Y Gaspar, el rey niño, con su cabellera de rubia, viene con rico incienso para el redentor, que la profecía espera.
Baltasar trae oro, que es símbolo de reyes, para el que predica amor en su reinado entero.
Un astro milagroso les indica el rumbo divino y los guía al pesebre donde yace el redentor.
¡Ha nacido un niño con el alma rica entre los pobres de Belén!.
¡Los pastores le rezan a la gloria!.
Y se siente el amor del pequeño Dios, según anuncio de los voceros de la luz y del perdón.
Las vides menudean, los olivos templan su sabor, entonan los ángeles su canción y suenan campanas en el corazón.
Ha nacido en un pesebre un rey sin oro y sin espada…Con ternura, con luz y curando odio y rencor.
¡Él es todo amor!.
¡Está en paz el hombre!.¡Los corazones contentos! ¡Y en triunfo la luz del cielo!.
Está en el mundo el Espíritu Santo. Llegó la gloria de Dios y de su hijo…El galileo…¡ALELUYA!.
………………………………………………………………………………………………………………………………………………………..