marta CARMEEN

ODRADEK

Era septiembre, durante el año, Amalia había tenido cuatro
novios formales y varios encuentros de sexo casual. Tomó
precauciones para evitar sorpresas desagradables, no fue
suficiente, el tés de embarazo dio positivo. No entendía
qué había podido fallar, tiró el resultado en el inodoro. La
ira sobrepaso su esencia
_¡Jueputa! ¿Quién será el padre? Voy abortar a este
bastardo.
_ ¿O no? _
En aquella ocasión la poseyó un sentimiento de furia y
ternura, que desembocaba en un suspiro profundo, una
desconocida presión en el pecho y un sabor metálico en la
boca.
Una noche se vio sola en el salón de la Facultad, sin darse
cuenta que la clase había terminado. Recogió sus carpetas,
bajo los escalones, preguntándose, que daño habría hecho
para que el destino la pusiera en esta encrucijada tan cruel.
Inmediatamente pensó que Dios, quizás la estaba castigando
por no saber siquiera quien la había embarazado.
La culpa, el temor a la muerte se entrelazaban con el
enfado y la rabia. A la vez imaginaba posibles porvenires
con un bebe por criar haciendo que los sentimientos
trasmutaban su alma y su ser.
Una suma de hechos desdichados marcó la infelicidad de su
vida y temía dar pie al llanto de su hijo, repitiendo la
historia. Ante esta idea constante retrocedía espantada de
sí misma y empezaba argumentar razones para concretar el
aborto y anhelar el nacimiento.
Como ausente contemplaba las hilachas de una telaraña,
que había en un rincón del cuarto, se movían tenuemente
con su propia respiración. Recordó un texto de Kafka…”Parece
cubierto de hilo, pero más bien se trata de pedazos
de hilo, de los tipos y colores más diversos, anudados o
apelmazados entre sí. …Y no es posible dar más detalles,
porque Odradek es muy movedizo y no se deja atrapar.
¿Como su hijo?
Hoy el tiempo es algo indefinido, las horas pasaron presurosas
convirtiéndose en días y los días en noches con sus
lunas. Toda la luz del sol se concentró en su vientre y su
ombligo creció como dalia morena. Ahora se hunde en lo
profundo de su útero atraviesa oscuridades, buscando algo
que es suyo. Aparecen entonces manos con guardapolvo
blanco que dan fuerza y aseguran. Se hunde pero no se
ahoga, sueña despierta entre dolores. Se levanta, camina,
se queja “¿Por qué no acaba”. El corazón anhela con fuerza,
lucha por tener lo que el alma ya besa.
El llanto rompe el silencio y unas manitos intentan recoger
un sueño. No queda nada por dar. Lo entrego todo y todo
vuelve a sus brazos. Ya está. Se acabo la espera.
Vida tibia respira y olas de leche amamantan al bastardo!!!